¿Quién no ha bailado el “Noa Noa”? Juan Gabriel es un ícono de la música mexicana. Sin embargo, hay partes de su vida que no todos conocen, como su estancia en Lecumberri, una prisión controvertida. Descubre por qué llegó ahí y cómo fueron esos años. Alberto Aguilera Valadez, su nombre real, nació en Parácuaro, Michoacán. Aunque es conocido por sus memorables canciones, trajes brillantes y por haber cantado en el Palacio de Bellas Artes, pocos saben que su camino no fue sencillo. Juan Gabriel, nombre que usó en honor a su padre y a un maestro, encontró su pasión en la música muy joven, componiendo canciones desde los 13 años. A los 16, se mudó a Ciudad Juárez, donde trabajó en bares y centros nocturnos. Posteriormente, llegó a la ahora Ciudad de México con la esperanza de cumplir su sueño en la música. Sin embargo, fue aquí donde vivió uno de los capítulos más oscuros de su vida, tras una acusación que lo llevó a la prisión de Lecumberri. Te contamos la historia.
Aunque oficialmente tenía el nombre de Penitenciaría de Lecumberri, pasó a la historia como El Palacio Negro, por el sufrimiento que encerraba. Esta prisión fue inaugurada en 1900 durante el gobierno de Porfirio Díaz. Lecumberri formaba parte de la visión de Porfirio Díaz de modernizar las instituciones mexicanas bajo el modelo europeo. Díaz buscaba crear una prisión moderna y segura, inspirada en el modelo panóptico del filósofo Jeremy Bentham. De esta forma, había un punto central desde el que se vigilaban los pabellones para garantizar control absoluto sobre los internos. El objetivo final era que Lecumberri fuera un símbolo de civilización y orden con áreas para rehabilitación, talleres y más. Sin embargo, rápidamente se convirtió en sinónimo de horror. En primer lugar, planeada para albergar a mil reos, llegó a albergar más de 3 mil 800 personas entre delincuentes comunes y presos políticos.
Por otro lado, guardias y autoridades vendían privilegios a internos poderosos, además de que se escribieron historias de tortura, castigos excesivos y condiciones insalubres, convirtiendo el paso por Lecumberri en un infierno. Por esa razón, en 1976 cerró sus puertas y actualmente es sede del Archivo General de la Nación. La versión más difundida sobre el porqué Juan Gabriel entró a Lecumberri, incluye una acusación de robo de joyas y un radio durante un evento privado en la Ciudad de México. La historia señala que la denuncia fue interpuesta por la actriz Claudia Islas, aunque ella lo negó años después. Asimismo, no hubo pruebas contundentes sobre este delito, incluso, en el Archivo Histórico de la Ciudad de México no existe un expediente oficial con el nombre de Alberto Aguilera Valadez.
A pesar de ello, Juan Gabriel fue detenido y enviado a Lecumberri, como un ejemplo de que la falta de recursos para pagar un abogado podía arruinar la vida de un inocente. La condena original de Juan Gabriel por la denuncia de robo, era de 3 años. Sin embargo, sólo pasó en la cárcel 18 meses, entre finales de los años sesenta y principios de los setenta. Las figuras clave para su liberación fueron Enriqueta Jiménez “La Prieta Linda” y Ofelia Urtuzuástegui de Puentes, esposa del entonces director de la prisión, el general Andrés Puentes Vargas, quienes abogaron por él. Se dice que fue “La Prieta Linda” quien pagó la fianza para que Juan Gabriel recuperara su libertad. De hecho, la actriz e ícono de la música ranchera, jugó un papel muy importante en la carrera de Juan Gabriel. Además de apoyarlo durante este momento oscuro de su vida, fue su madrina y protectora. En agradecimiento, “El Divo de Juárez” le compuso canciones y compartió escenario con ella.